La historia del Teatro Olympia bien podría haber servido de argumento para contar en una película cómo era la vida de muchos vecinos el pasado siglo. También la de los linarenses. Su recuerdo y su ausencia siguen muy presentes en la ciudadanía.
El primer cine (Olympia), que por aquel entonces se llamó Teatro Ecuestre, data del año 1917 y hubo que esperar dos años más para su inauguración. La primera reforma que tuvo fue en el año 1930, mientras que la última gran reforma y cuyo recuerdo es el queda en la memoria de toda la ciudadanía linarense es del año 1955.
En aquel momento, Linares se movía entre la crisis de la minería que empezaba a agudizarse, pero también se abría una puerta a la esperanza con la puesta en marcha de la automovilística Santa Ana. Ese es un ejemplo más del Olympia y del Cervantes (el otro gran teatro de la época) del afán de Linares de sacar la cabeza y de salir adelante con algo grande y el Olympia fue la primera sala a nivel de Andalucía en contar con un sistema cinemascope y con lo más innovador del momento en los años 50. Linares ha sido pionera en muchas cosas. La primera sala de cine, como tal, es de 1908 y fue el Salón 'Regio' de Linares, mientras que la primera sala de cine de Granada es de 1914.
'La túnica sagrada'
En mayo de 1955 tuvo lugar la inauguración del Teatro Olympia con la proyección de la película 'La túnica sagrada'. Ese día, el alcalde en aquel momento, Leonardo Valenzuela, llegó a decir que no solo era la sala de cine más hermosa de España, sino del extranjero.
Un logro que se le puede achacar al Olympia es que cambió la mentalidad de los linarenses en cuanto al comportamiento y la presencia que había que tener cuando se iba al cine. «La gente, incluso, se arreglaba para ir al cine y se puede comparar como cuando ahora se va a la ópera. Se sabía que no se podía fumar y no se comían pipas ni se tiraban al suelo. A partir de los años 70 se pusieron unos letreros en el vestíbulo para que se no arrojaran papeles, bolsas y pipas al suelo. También los estamentos sociales estaban muy diferenciados ya que la gente sabía dónde se tenía que sentar».
El traje de los domingos lo estrenaba para ir al cine porque era todo un acontecimiento y los vecinos acudían a las peluquerías y modistas para que les hicieran los peinados y trajes que habían visto en el cine y en las revistas especializadas de la época para parecerse a las grandes estrellas del séptimo arte.
Independientemente de la clase social a la que se pertenecía, el Olympia se convertía en un lugar donde permitía soñar despiertos a todos los vecinos y que conocieran otros 'mundos' muy diferentes a la cruda realidad que se vivía en numerosos hogares de la ciudad donde los niños y adultos se guardaban 5 pesetas (en los años 50 del siglo pasado) para poder ver los estrenos, aunque en sus casas hubiese otras carencias.
Títulos importantes
Enumerar la filmografía que se ha podido ver en el Olympia resultaría muy complicado, pero sí hubo algunas películas que lo terminaron de encumbrar.
«En Linares se hacían colas para sacar las entradas con diez o doce días de antelación y venía gente de muchos lugares como de otros pueblos de la provincia, de Castilla-La Mancha y de Granada. Con Ben-Hur (1959) venían autobuses de todos sitios para ver esa película porque se estrenó en Linares como algo único y que no se podía estrenar en otro sitio. Estuvo más de un mes en la cartelera». Como anécdota, cuando se estrenó 'Los diez mandamientos' (1960) la fila de vecinos que aguardaba su turno para obtener sus entradas llegaba hasta el final de la calle Argüelles. Otros títulos como 'Cómo casarse con un millonario', 'El diablo de las aguas turbias' y 'El príncipe valiente' también se situaron entre los estrenos que durante los primeros años del Olympia en su última reforma atrajeron a más público.
El Olympia llegó a tener una capacidad para albergar a 1.100 personas y, aparte de la películas, también hubo espectáculos de diversa índole muy aplaudidos por los vecinos. Linarenses ilustres como Raphael, Carmen Linares y Andrés Segovia pisaron sus tablas. Su majestuosidad probablemente no se repetirá más en ningún otro espacio de este tipo en la ciudad. Además del recuerdo, se han podido salvar enseres y las terracotas de Paco Baños que se exponen en el Pósito y aún permanece el cartel 'Olympia' en la puerta trasera del teatro, en la Corredera de San Marcos.
La aparición de las nuevas salas, mucho más modernas y que ofrecían más de una película, terminaron por tumbar al Olympia en los primeros años del nuevo siglo porque su continuidad resultaba inviable. Su magia, su contribución a la cultura y a la proyección de Linares como una ciudad moderna siempre será de agradecer.